Durante una entrevista con Janet Arceo, Verónica Castro salió a la defensa de su hijo Cristian, luego de las declaraciones de la conductora Yolanda Andrade y Gabriela Bo, primera esposa del cantante.
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La actriz agradeció a Janet la entrevista que le hizo a su hijo, porque al hacerlo llorar le quitó un peso de encima y aseguró que le duele mucho esta situación.
“Sí duele bastante, sí me duele que lo estén molestando, a quien no le va a doler que le toquen a sus hijos y más diciendo tantas mentiras y hablando de tantas cosas ilógicas, yo digo que dios bendiga a mi hijo toda la vida y también que bendiga a estas gentes que tienen la boca tan sucia; hablando de bocas, hay que taparse la boca aunque no tengas coronavirus y aunque no te vayas a infectar puedes infectar a los demás”.
Además pidió que dejen de estar hablando de situaciones que no conocen y les aconsejó que mejor pongan atención en sus vidas.
“El pez muere por su boca, si no tienes nada bueno que decir y dices puras pende… mejor no digas nada. La gente si no tiene cosas buenas que decir mejor que no diga nada y la otra, que se busquen una vida porque parece que no tienen vida, yo tengo muchas cosas que hacer. Cállense ya, si no saben no hablen, no tiene caso”.
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Por otra parte, Verónica también habló del fallecimiento de su mamá Doña Socorro: “Hace cuatro años que se cayó mi mamá, ella ya no se pudo reponer y yo tampoco, fue un tiempo muy difícil, ahora me estoy como reponiendo, pero decía: ‘¿por qué no puedo caminar?, ¿por qué no me puedo parar?, ¿por qué no puedo correr?, ¿por qué no puedo hablar?’, la voz me temblaba, la voz mal, una cosa muy extraña, pero yo creo que era cosa de lo mismo, sufrí mucho con lo de mi mamá y entiendo a mi hijo que lo sigue sufriendo porque era la mamá que lo cuidaba. Ella sí le daba mamadera… y que no se hagan de la boca chiquita porque todos le metieron la mamadera y hay algunas que todavía la siguen usando…”
La actriz dijo que ella está golpeada desde el año pasado por todo lo que sucedió con su mamá: “Ella tenía ganas de hacer muchas cosas, pero ya no podía. Fue irremediable, te queda un hueco muy raro, esa mamá para mí era muy especial, me manejaba la vida. Sus últimas palabras fue que tenía que haberme soltado un poquito más la rienda porque no me quería dejar tan sola, estoy muy bien así, le doy las gracias. Fue una gran maestra de vida, me enseñó a ser fuerte, a echarle ganas”.