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“La Obscenidad de la Carne”, un espejo brutal para las parejas

La obra que protagonizan Jorge Salinas, Elizabeth Álvarez, Sugey Ábrego y William Valdés confronta al público con verdades incómodas sobre las relaciones

Hay obras de teatro que entretienen. Otras que emocionan. Y luego está “La obscenidad de la carne”, una propuesta escénica que hace algo mucho más inquietante: te obliga a mirarte en un espejo que no perdona, que muestra sin filtros las grietas que muchas parejas prefieren ignorar. Y lo hace con una combinación devastadora de realidad, crueldad y humor negro que está sacudiendo los teatros de la Ciudad de México.

Protagonizada por Jorge Salinas, Elizabeth Álvarez, Sugey Ábrego y William Valdés, esta producción de Omar Suárez bajo la dirección de un equipo que se atrevió a llevar al escenario el texto del dramaturgo mexicano Esteban Román, es mucho más que una noche de entretenimiento. Es una experiencia que puede cambiar conversaciones, despertar reflexiones y, en algunos casos, incluso provocar que los espectadores abandonen la sala porque lo que ven en escena les resulta insoportablemente familiar.

Un juego peligroso

La premisa es seductora desde el póster: dos parejas, una reunión en el departamento de Amadeus y Carmín (interpretados por Jorge Salinas y Elizabeth Álvarez), y un juego de cartas para adultos que promete diversión. Pero como bien advierte Sugey Ábrego, quien da vida a Ana: “El público tendrá que descubrir si esta pareja seductora desde el principio nos está encantando, nos está mintiendo, nos está seduciendo o tiene otra verdad”.

Lo que comienza como una aparente comedia en el primer acto, con el típico juego de quitarse prendas, se transforma en algo mucho más visceral. Carlos y Ana (William Valdés y Sugey Ábrego) creen que es solo un juego de adultos hasta que empiezan a salir verdades terribles que los confrontan de maneras que nunca imaginaron.

“Es un juego donde jugamos también nosotros con el público”, explica William Valdés desde Miami, ciudad a la que viaja entre semana para luego regresar cada fin de semana a México para las funciones. “El público no sabe qué va a pasar. Hay veces que miro y ves la cara de la gente cómo ¿y qué va a pasar? ¿y qué va a pasar?”

Cuando la ficción duele más que la realidad

La fortaleza de “La obscenidad de la carne” radica en su brutal honestidad. No es una obra que busque el aplauso fácil ni la complacencia del público. Es un texto que confronta, que incomoda, que arranca desde las pequeñas discusiones cotidianas —como prestar el coche a un amigo— hasta llegar a los abismos más profundos del arrepentimiento y la desilusión.

“Nuestros personajes terminan siendo víctimas de los deseos de otros”, revela Sugey Ábrego sin dar demasiados detalles del giro que da el segundo acto. “El público es el que va a definir si esta pareja termina junta o no, por eso se hace tan cruda”.

Y cruda es la palabra perfecta. Durante las funciones, los actores han sido testigos de reacciones que van desde las risas nerviosas hasta los gritos directos. A Sugey le han gritado “¡zorra!” cuando Ana confiesa una infidelidad. Otras mujeres en el público han soltado un “¡te lo dije!” a sus parejas. Algunos espectadores no resisten y abandonan la sala.

“El fin de semana pasado hubo una muchacha que se rió durante todo el primer acto”, recuerda William. “Se la estaba pasando increíble. Y ya cuando entramos al problema, le pareció muy fuerte y se levantó y se fue”. Pero la mayoría se queda, hipnotizada por esa verdad incómoda que se despliega en el escenario.

La química detrás de la crudeza

Lo que hace posible esta intensidad es la confianza entre los actores. Sugey es enfática al respecto: “Si no tuviéramos tanta confianza, no podríamos exponernos, no sólo físicamente, sino emocionalmente”.

La incorporación de William Valdés al elenco fue rápida, casi vertiginosa, pero la química con Sugey resultó inmediata. “Ensayamos por Zoom”, cuenta William. “Y la verdad es que tenemos una química bien padre. Creo que ha sido por la disposición que tuvo Sugey en darme la bienvenida al proyecto”.

Para Sugey, la llegada de William ha sido un factor de renovación: “Ha llegado a refrescar la obscenidad de la carne, no sólo con su público de parejas más jóvenes de sus fans, sino que a mí particularmente me ha ayudado a reconstruir a una Ana en un proceso totalmente diferente”.

¿Para quién es esta obra?

Si intentas ponerle una etiqueta a “La obscenidad de la carne”, te encontrarás con que es imposible. William Valdés lo tiene claro: “No le pondría un label porque creo que la obra es para todos”.

Su argumento es sólido: si estás soltero, la obra es una enseñanza sobre qué no hacer cuando empieces una relación. Si llevas años en pareja, es un “refresh”, un golpe a la realidad sobre la importancia de la comunicación. “La problemática grande de Ann y Carlos es que en algún momento de la relación se rompió la comunicación”, explica. “Y eso es lo que pasa en muchas parejas: dejamos de comunicarnos, tenemos miedo de decir qué no nos gusta, tenemos miedo de hablar cuando la llama del amor se está apagando”.

Sugey lo resume con humor negro: “Siempre les digo: si quieren ahorrarse la terapia, vayan a ver la obra”. Y añade que ha visto desde gente joven que apenas se está conociendo hasta parejas veteranas, todos encontrando algo en ese espejo brutal que les devuelve la obra.

El atrevimiento de ponerla en escena

Que “La obscenidad de la carne” esté en cartelera es en sí mismo un acto de valentía. Como reconoce William: “Hay que darle las gracias al escritor, al director y a Omar Suárez, el productor, de atreverse a ponerla en el escenario porque sí, sí está fuerte, la verdad”.

Es una obra que habla de intimidad, de voyeurismo, de deseos obscenos, de verdades que dejamos de decirnos por comodidad, por miedo, por estar atrapados en una zona de confort. Pone sobre la mesa temas que muchas parejas prefieren evitar, y lo hace sin anestesia.

“Hoy en día no hay otra propuesta que hable y confronte a las parejas con tanta realidad, verdad, crueldad y humor negro como lo hace la obscenidad de la carne”, asegura Sugey Ábrego con convicción.

Una experiencia única cada noche

Lo fascinante de esta obra es que ninguna función es igual a otra. El público reacciona de maneras impredecibles, y esas reacciones alimentan las interpretaciones de los actores.

William recuerda con una sonrisa un momento particular: “Estábamos en plena función y escuché una voz que le dijo al esposo: ‘¿Viste? Te dije, te dije que lo hiciéramos’. Son cositas así que dices, wow, sí es una reflexión de lo que viven muchas parejas”.

Aunque técnicamente la obra no rompe la cuarta pared, toca fibras tan reales que el público se involucra orgánicamente. “Ahí es cuando sabemos que estamos haciendo asertivamente nuestro trabajo”, dice Sugey. “Porque hay respuestas del público, se involucran, y yo creo que ese es el atractivo de la obscenidad de la carne”.

Un espejo que no miente

En una época donde las redes sociales nos muestran versiones idealizadas de las relaciones, donde las parejas publican fotos perfectas mientras esconden las grietas, “La obscenidad de la carne” es un antídoto brutal y necesario. Es una obra que se atreve a decir lo que muchos piensan pero no verbalizan, que expone las mentiras piadosas que sostienen muchas relaciones, que pregunta si vale la pena quedarse en algo que ya no funciona solo por responder socialmente o por miedo a lo desconocido.

No es una obra fácil. No promete un final feliz ni lecciones reconfortantes. Pero sí ofrece algo quizás más valioso: un espejo honesto donde mirarse, una conversación pendiente que quizás necesitas tener, y la certeza de que no estás solo en tus dudas, tus miedos o tus deseos más obscenos.

Como dice Sugey Ábrego: la obra escarba hasta llegar a esos momentos en los que piensas “nunca me debí de casar contigo”. Y una vez que esa verdad sale a la luz, ya no hay vuelta atrás.

“La obscenidad de la carne” continúa en cartelera en la Ciudad de México. Una obra que no es para los débiles de corazón, pero sí para los valientes dispuestos a confrontar las verdades más incómodas sobre las relaciones de pareja.

“La Obscenidad de la Carne”

Teatro Renacimiento | Centro Cultural Manolo Fábregas, todos los viernes, sábados y domingos.

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