La sociedad mexicana normalizó durante décadas el machismo, dando como resultado un sin fin de feminicidios, violaciones a los derechos humanos de la mujer, ataques sexuales y psicológicos, desigualdad laboral y la venta de mujeres para la prostitución.
En nuestro país, el 85 por ciento de las víctimas de trata de personas son mujeres mayores de 18 años, seguido por niñas y en último lugar hombres. Lo alarmante es que las cifras de menores desaparecidas aumenta mes con mes, la mayoría de ellas terminan en la prostitución en el extranjero, siendo Estados Unidos el principal destino.
México ocupa el quinto lugar en el mundo del delito de trata de personas, pero ese penoso dato no ha generado un plan de seguridad nacional a favor de las mujeres, algo que han solicitado las mexicanas desde el caso de las muertas de Juárez.
Gracias al movimiento MeToo mexicanos nos dimos cuenta que el 85% de las mujeres que han sido víctimas de acoso no denuncian a su agresor, la mayoría aseguró que era una pérdida de tiempo y no creía que se tomarían cartas en el asunto porque eran hombres.
Por otro lado, solo el 2% de las mujeres que han sido agredidas sexualmente levanta una denuncia. Algunas de ellas aseguran que el trato que reciben para obtener las pruebas del delito es denigrante, mientras que otras aseguran que, al dar su declaración, ven en el rostro del agente que los atiende gestos que indican que no les creen.
En una encuesta realizada en el marco del Día Internacional de la Mujer, solo 1 de cada 10 mujeres se sienten seguras al salir de su casa, 2 de cada 10 confían en la estrategia de seguridad y 3 de cada 10 se siente segura al utilizar un transporte público como el Metro o Metrobus. Esto demuestra que las mexicanas no se siente seguras en su país.
Aunque el gobierno de Andrés Manuel López Obrador aseguró que lanzará un programa para disminuir las agresiones en contra de las mujeres, expertas aseguran que lo que presentó es una simulación ya que no ha implementado nada, quedando todo en el discurso.
Es necesario hablar de estos temas, callarnos nos vuelve parte de un problema que necesita una solución urgente.