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Depresión, la carga silenciosa que exige atención urgente

Por Carmen Amezcua *

Una epidemia global en aumento

La depresión es hoy una de las principales causas de discapacidad en el mundo. La Organización Mundial de la Salud estima que afecta a más de 350 millones de personas, entre el 3 % y el 4 % de la población adulta. Lo más alarmante es su creciente incidencia en la población joven: entre estudiantes universitarios, la prevalencia alcanza entre el 30 % y el 35 %, cifras muy por encima del promedio general.

Universitarios en riesgo: cifras que preocupan

En Colombia, más del 50 % de los estudiantes de medicina presentan riesgo de depresión. En Estados Unidos, el 44 % de los universitarios reportan síntomas depresivos, y el 15 % ha considerado seriamente el suicidio en el último año. En España, una encuesta estatal con más de 60 mil estudiantes reveló que casi la mitad presenta síntomas de depresión o ansiedad; uno de cada cuatro padece insomnio, y uno de cada cinco ha tenido pensamientos suicidas. En México, las cifras no son claras, pero las historias se escuchan en cada esquina.

Factores ambientales y biológicos que agravan el problema

Investigaciones recientes muestran que el calor extremo incrementa los síntomas depresivos, la irritabilidad, los problemas de sueño e incluso los pensamientos suicidas: cada grado adicional de temperatura se asocia a un 1.3 % más de urgencias por suicidalidad en adolescentes.

La alimentación también juega un papel relevante: dietas muy restrictivas o pobres en nutrientes se han vinculado al aumento de síntomas depresivos, especialmente en hombres y personas con sobrepeso. En el plano biológico, estudios demuestran que quienes padecen enfermedades autoinmunes tienen casi el doble de riesgo de sufrir depresión, ansiedad o trastorno bipolar en comparación con la población general.

Un desafío de salud pública que exige acción

La depresión no es solo una cuestión individual: es un problema de salud pública que exige políticas urgentes, recursos accesibles y estrategias preventivas que integren lo académico, lo social, lo ambiental y lo médico. No basta con tratar la enfermedad; debemos identificarla a tiempo, generar redes de apoyo y enfrentar los factores que la alimentan.

Nuevas rutas para una atención integral

La salud mental es un derecho, no un privilegio. Atender la depresión de manera integral no solo salva vidas, sino que mejora la calidad de vida de comunidades enteras.

Urgen nuevos abordajes integrativos y alternativas farmacológicas fuera de lo convencional, porque este es un tema que nos está rebasando. Las medicinas ancestrales y las moléculas enteogénicas están hoy dando de qué hablar en las neurociencias, y se vislumbra un futuro prometedor si la ciencia logra avanzar con responsabilidad y rigor.

*Sobre la autora
Carmen Amezcua es doctora egresada de la Facultad de Medicina de la UNAM, con estudios de posgrado en psiquiatría por el Instituto Nacional de Psiquiatría Juan Ramón de la Fuente, y una especialidad en adolescentes y trastornos afectivos.

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