El Jamón Ibérico engloba un universo de sabores y bondades nutrimentales: es un arte que distingue a la identidad Ibérica en todo el mundo. Con razas únicas cuidadas por su pureza, el auténtico Ibérico proviene de una alimentación selecta para dar como resultado un sabor lleno de matices, terminando en un beneficio para el degustador que asegura una nutrición de primera.
El campo de la dehesa con sus recursos naturales, brinda los mejores cereales y leguminosas, haciendo que el Jamón Ibérico transfiera a su comensal los mejores nutrientes seleccionados desde la cría. Muchos mitos existen alrededor de la grasa en jamones: la grasa del cerdo Ibérico, a su vez, está cargada de los más puros nutrientes que benefician al colesterol bueno. Con una alimentación basada en la bellota, producen un efecto beneficioso en la sangre. Una ración de finas láminas de Jamón Ibérico, dos o tres veces por semana, proporciona la cantidad perfecta de vitaminas B6 y B12.
Solo el jamón de cerdo Ibérico se ajusta a las dietas bajas en calorías. Con una crianza de primera, alimentación especial y ejercicio físico, el cerdo es rico en músculo y bajo en grasa. Cada pieza está cargada de ácido fólico -esencial para el buen funcionamiento del cerebro- y vitamina E como una fuente rica de antioxidantes naturales. Estas piernas de jamón curado poseen proteínas de alto valor biológico que aportan altos niveles de minerales y vitamina B1, ideal para la reducción del estrés y la ansiedad.
Protagonista de la dieta mediterránea, el Jamón Ibérico es gentil y de fácil digestibilidad, permitiendo una rápida asimilación de los aminoácidos por el cuerpo. 100 gramos en una degustación aportan 43 gramos de proteínas de alta calidad, superando lo valores de cualquier otro tipo de carne roja. Por ende, el Ibérico es un producto estrella de la gastronomía española, de sabor profundo y más acentuado en sal, gracias a la grasa intramuscular del cerdo. Cada pieza es curada únicamente con sal y tiempo, sin aditivos artificiales o maduradores.